Ayer por la tarde llevaba mi atrevimiento,
cargada del cuchillo de lo que siento,
crucé el cuerpo de un hombre,
lo hice esclavo de mi nombre,
Gruñidos, gritos y susurros, se enamoró,
ha ascendido contumaz el riesgo del fósforo,
una llama roja, de repente, difundió...
no sería más posible decir adiós...
De su soledad había cortado una parte,
De sus fetiches había hecho arte,
Después de muchas horas dijele: voy a sangrarte!
Ardiente, se convirtió sumiso...
Obediente, hizo todo con mi permiso...
Consciente y nada remiso...
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